La llamada Escalera del Conocimiento, que une los claustros bajo y alto de Escuelas Mayores, desarrolla un complejo programa iconográfico. Hoy nos centramos en la figura que se encuentra en la pilastra final.
Tras atravesar los peligros de la juventud –representados por la Danza Morisca en el primer tramo de nuestra Escalera del Conocimiento–, y hacer una elección juiciosa venciendo a las pasiones –la araña y la abeja–, llegamos al final del camino, al triunfo del alma sobre el cuerpo.
La figura en la que hoy nos centramos coincide, como ya hemos dicho, con la pilastra final (que se adosa al muro) y representa por su cara interna a un joven que, descalzo, nos muestra su corazón al desnudo. En la cara externa nos encontramos a un trompetero que se opone al músico con la gaita de la primera pilastra: el triunfo de la virtud frente a las pasiones.
El joven, por lo tanto, representa a la Vera Amicitia –Amor Platónico/Puro–, y procede de una larga tradición iconográfica, como bien señala el dominico inglés Robert Holcot en el siglo XVI. Éste dice que los romanos representaban a la Vera Amicitia con un joven –para significar que el verdadero amor no debe envejecer, permaneciendo estable desde su principio hasta su final– que lleva cara y cabeza descubiertas –simbolizando que el verdadero amor se demuestra con obras, no escondiéndose–.
En la filacteria que aparece sobre su cabeza, Invierno y Verano –adversidad y fortuna– y en el corazón escritas "Lejos" y "Cerca". La última filacteria corresponde a la orla de la parte inferior del vestido: Muerte y Vida.
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