Beatriz Galindo “La Latina” nació en Salamanca en 1465. No se conserva su partida de bautismo, lo que llevó a confusión a varios especialistas acerca de su origen, pero actualmente se acepta que era hija de hidalgos zamoranos y que tenía un hermano que también trabajaba en la Corte.
Entró en el convento probablemente por expreso deseo de sus padres, y estudió Gramática en una de las dependencias de la universidad salmantina en un tiempo en que el acceso a la educación era posible únicamente para religiosos y familias acomodadas. No se conserva ningún texto que lo demuestre, pero pudo ser discípula de Antonio de Nebrija, y tampoco ha llegado a nuestros días ninguno de sus escritos a excepción de su testamento. Entre las obras no conservadas que se le atribuyen estarían varios poemas escritos en latín, y un tratado titulado “Notas y comentarios de Aristóteles”. Todavía hablando del entorno universitario, parece que la Galindo pudo llegar incluso a leer –es decir, a dar clase– en las aulas de Salamanca, aunque una vez más sólo son suposiciones porque no hay documento escrito alguno que lo certifique.
Sus grandes conocimientos de la lengua latina le valieron su sobrenombre y llegaron a oídos de los Reyes Católicos. La reina Isabel la llamó para que formara parte de la Corte como maestra tanto de ella misma como de sus hijas, llegando a ser su consejera y amiga. Se mantuvo al lado de la reina hasta la muerte de esta en 1504, y a partir de ese momento se asentó en Madrid, donde realizó varias fundaciones tanto con su marido como en solitario. Estaba casada con Francisco Ramírez “El Artillero”, matrimonio que había sido concertado por la propia Isabel, a quien también sobrevivió. En Madrid fundó el Hospital de La Latina, que es el que da el nombre al actual barrio madrileño, y dos conventos femeninos: el de los Jerónimos y el de las Concepcionistas.
Fue, en resumidas cuentas, una humanista que murió en Madrid en 1535, y su cenotafio se encuentra actualmente en el Museo de San Isidro. Está realizado en mármol, y en su tapa muestra la figura de La Latina en actitud de rezo, mientras que en la parte baja está decorada con relieves. A parte de este retrato, el único fidedigno que se conserva de la Galindo está en la Fundación Lázaro Galdiano ya que, aunque algunos especialistas apuntan a que podría ser ella, su retrato en el lienzo “Doña Isabel la Católica dictando su testamento”, realizado por Eduardo Rosales, es cuestionado por muchos.
Fue contemporánea de otras mujeres eruditas como Francisca de Nebrija o Lucía de Medrano.
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