El germen de las universidades se localiza, por lo general, en las escuelas catedralicias y monásticas de finales de la Edad Media. En un tiempo en que el grado de analfabetismo de la población era muy elevado, el religioso era el estamento privilegiado que tenía acceso a la cultura. Las primeras universidades, denominadas “Estudios Generales”, nacieron al amparo de la Iglesia y por impulso de los propios monarcas. La educación que se otorgaba en estos espacios estaba dirigida únicamente a religiosos varones.
En nuestro país, el de Palencia fue el primer Estudio General, fundado en torno a 1212 en tiempos del rey Alfonso VIII. Sin embargo, poco después de la muerte de este, y pese al empeño de la propia Iglesia en conseguir hacerlo remontar, el Estudio General palentino inició una decadencia de la que no se recuperó, quedando eclipsado por el Estudio General de Salamanca, fundado en 1218 por impulso del rey Alfonso IX de León. Su confirmación como centro de estudios universitarios se da tiempo después, en 1255, gracias a la bula del Papa Alejandro VI.
Hasta el momento en que se construyó el edificio de Escuelas Mayores, las clases del Estudio salmantino se impartían en el claustro de la Catedral Vieja de Salamanca. Las Escuelas Mayores comenzaron a construirse en el año 1411 en piedra de Villamayor, típica de las construcciones salmantinas. Además, en ese mismo año, Benedicto XIII –conocido como el Papa Luna– concedió las segundas constituciones a la universidad salmantina tras la Carta Magna que Alfonso X otorgó en 1254, unos años después de la fundación del Estudio General. Su fachada plateresca, no obstante, fue comenzada más de un siglo después, en 1529, y su iconografía sigue siendo objeto de debate entre los especialistas.
El claustro, hoy en día completamente cerrado por ventanas, tiene actualmente dos alturas, pero el segundo piso corresponde a una reforma del siglo XIX que realizó el arquitecto José Secall. Originalmente, este claustro –de perfil irregular, ya que sus cuatro lados no son simétricos– únicamente tenía un piso y una escalera de acceso a una crujía superior en la que se localizaba (y se sigue localizando) la Biblioteca, fundada en 1254 por orden de Alfonso X.
Tampoco existe unidad entre los arcos que conforman el claustro bajo y los del claustro superior ya que, si bien los primeros son de medio punto, más sencillos, los segundos son más complejos, de cinco centros, y pueden localizarse en otros patios salmantinos como el claustro de Escuelas Menores. No obstante, cabe recordar que la galería alta no corresponde enteramente a la misma época. En lo que a los techos se refiere, fueron realizados en artesonado de madera.
Este edificio fue nombrado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento en 1931.
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